En lo alto de los Andes, en el pintoresco pueblo de Pisac, Cusco, se encontraba un rincón especial, un lugar donde los viajeros podían encontrar más que solo un lugar para descansar: un espacio para conectar con la naturaleza, el espíritu y consigo mismos. Este rincón era el Hostel "Kamanti", un refugio dirigido por una mona singularmente sabia y espiritual llamada Kamanti.